Desde hace un tiempo que en el mundo Boca se vienen planteando y preguntando la misma frase: "¿A qué juega Boca?", los jugadores pasan y los entrenadores cambian, pero la pregunta se vuelve a repetir cuando llegan los momentos claves y los resultados son adversos. Siempre se habla de que un gran equipo debe tener bien clara su idea de juego y también lograr un equilibrio entre la faceta defensiva y ofensiva, algo que parece ser el ABC del fútbol y sin embargo esto en el Xeneize no se observa desde ya varios años. Con técnicos que han optado por hacerse fuertes en el ataque y otros en la defensa, desde la época de Guillermo Barros Schelotto hasta la última de Gustavo Alfaro, pero ninguno pudo lograr un Boca sólido en ambos aspectos del juego. Es por esto mismo que se buscó a Miguel Russo, alguien que conocía el club y que al llegar supo adaptar su idea al plantel para lograr salir campeón, pero que a pesar de los logros todavía no ha podido encontrar la forma y la manera de jugar que si obtuvo en 2007.
El regreso de Juan Román Riquelme al club, ahora en su rol de vicepresidente segundo y encargado de manejar todo el fútbol de Boca, trajo consigo la vuelta también de un viejo conocido como Miguel Russo, el último DT campeón de la Libertadores. En esta elección de Román por Miguel no sólo tuvo que ver la gran relación que tuvieron de jugador a entrenador o el hecho de ser un director técnico que siempre el número diez elogió, sino que fue debido a la forma en que ambos analizan el fútbol y principalmente la manera en que les gusta que jueguen sus equipos. Con un estilo futbolístico y un perfil ante los medios que siempre los encontró del mismo lado, ya sea dentro de la cancha compartiendo el gusto de jugar con un jugador con características de enganche o afuera del campo siendo ambos muy medidos para hacer declaraciones ante la prensa. Dos rasgos que no se venían viendo desde hace tiempo en el Xeneize y que durante el transcurso de este ciclo ya se han vuelto a ver.
En el arranque del 2020 y del segundo ciclo de Russo en Boca se vio cierta continuidad del equipo que había terminado jugando en el 2019, aunque hubo cambios claves en los apellidos y en la forma de juego que le dieron mayor asociación colectiva. Como fueron los ingresos destacados de Frank Fabra, Jorman Campuzano y el de Guillermo "Pol" Fernandez, este último siendo un refuerzo elegido por Riquelme, que con el visto bueno del entrenador se complementó muy bien con Campuzano en el mediocampo y aportó elaboración de juego. De esta manera se vislumbró una gran sociedad con el colombiano en la mitad de la cancha, quién no jugaba con Alfaro, pero que con la llegada de Miguel se convirtió en una pieza clave para el campeonato. Así también se vio la mejor versión de Carlos Tevez tras su regreso al Xeneize, que si bien terminó de titular en las últimas fechas del 2019, venía de ir al banco con Barros Schelotto y con Alfaro.
Un Boca armado y preparado para jugar de forma muy directa, con dos extremos como Eduardo Salvio y Sebastián Villa para hacer las bandas, con un 4-1-3-2 que se convertía en un 4-2-4 al atacar, que contó con un Tevez en una gran faceta goleadora y con la libertad de no tener que desgastarse en presionar por tener al lado a un delantero como Franco Soldano para hacer el trabajo "sucio" de luchar contra los centrales. Un Miguel Russo con una propuesta muy vertical y diferente a lo que había sido en su primer ciclo en 2007, dónde había planteado un 4-3-1-2 para así darle toda la responsabilidad en el armado del juego a Riquelme y que la amplitud para atacar la generaran los laterales en lugar de los extremos, pero también con la similitud de tener a un central con buena salida como Junior Alonso y zurdo al igual que su compatriota paraguayo Claudio Morel Rodriguez. Un equipo dinámico y sin pausa en el mediocampo, algo que en principio era una idea de transición y que sirvió para ganar la Superliga.
Ya para el segundo semestre del 2020, en un contexto atípico por la pandemia y luego de un tiempo largo sin jugar, se dio el regreso a Boca de Edwin Cardona y con él la llegada de un jugador con características de organizador que ya no había en el plantel. El colombiano siempre había sido una debilidad de Riquelme y ahora era el elegido para recuperar la figura del enganche en el club, una idea que tiene el "10" para las inferiores y también para la Primera División, que por supuesto va de la mano con el pensamiento y la manera de jugar de los equipos de Russo. Un técnico que suele destacarse por saber darle continuidad y libertad en el campo a este tipo de futbolistas, utilizándolos en dónde mejor rinden y no improvisandolos en nuevas posiciones, como fueron los casos de Román en la Libertadores del 2007 y de otro compatriota colombiano como Giovanni Moreno.
La llegada de Cardona estaba pensada como alternativa para el conjunto titular y su nivel importancia fue de menor a mayor. Si bien al comienzo Russo le dio un respaldo al equipo campeón, salvo la baja del defensor paraguayo Alonso que fue suplida por la consolidada dupla central de López e Izquierdoz, luego le hizo lugar al colombiano a base de su gran rendimiento y la falta de un jugador de sus características. En un Boca menos vertical e intenso que el del primer semestre, ya sin "Pol" Fernandez" y con Nicolás Capaldo en su lugar, se pudo observar un mediocampo muy partido y dependiendo así sólo de Cardona para la elaboración de juego. Algo que a su vez no siempre era posible para este último llevar a cabo, ya que lo tenía que hacer sobre la banda izquierda o de "delantero" y no con la libertad que necesita. Un error que lo dejó afuera de la Libertadores sin su mejor jugador y que el mismo Miguel corrigió al ponerlo en la final de la Copa Maradona, en dónde convirtió y fue importante.
Finalmente, al igual que había comenzado en su segundo ciclo en el Xeneize, Russo logró terminar campeón y con un balance positivo en cuanto a los resultados. Con dos títulos de tres en juego y habiendo llegado hasta las Semifinales de la Copa Libertadores, sin embargo, queda la sensación de que todavía no se vio el equipo que tanto Miguel desea ver y que el propio Riquelme soñaba tener. Un Boca sólido atrás y agresivo adelante, pero sobretodo con equilibrio y elaboración de juego en el mediocampo, que sea protagonista y que por supuesto imponga las condiciones del partido. Volver definitivamente a las fuentes y dejar de insistir con delanteros jugando de volantes, como declaró una vez Román: "El delantero que ataque", tan simple como la heladera en la cocina y el inodoro en el baño.
Llegó la hora de que Russo tome la decisión de como quiere que juegue Boca, seguramente tendrá que recuperar el nivel de Campuzano, aunque para eso deberá decidir si es necesario romper con el doble cinco y sumar un tercer volante a la mitad de cancha o seguir insistiendo en jugar con el 4-2-3-1. ¿Es el momento de darle la total confianza a Cardona siendo el conductor del equipo y también la libertad de moverse como enganche por todo el campo sin tener que sólo estacionarse sobre una banda? ¿Es el momento de cambiar de sistema táctico para volver al histórico 4-3-1-2 que al entrenador ya le ha resultado y que Riquelme tanto anhela? Por lo pronto Boca acaba de incorporar a Marcos Rojo y vuelve a tener un central zurdo de buena salida, algo que al técnico le parece clave para el armado del juego y que había perdido con la salida de Alonso. Ante todo esto, lo cierto es que Miguel cuenta con mucha espalda y el apoyo incondicional de Román, pero ya es el momento de definir las formas y las maneras.
Gonzalo Arrese (@gon_ruso)