LA REINVENCIÓN DEL LÍDER


Está claro que el fútbol es un deporte creado para jugar de forma colectiva y no individual, histórica es la frase de que un equipo es mucho mas que la suma de sus individualidades, también es verdad que hay jugadores que están mas allá del conjunto y que debido a su poder de liderazgo le dan un salto de calidad a sus equipos. Tanta es su importancia, que (algunos) logran darle a su equipo un estilo de juego determinado, aún resaltando su figura por encima del funcionamiento colectivo. Se los conoce como líderes y también se los suele confundir con el nombre de referentes por ser los de mayor experiencia, aunque no necesariamente esta característica conlleva el liderazgo, sino que esta tiene que ver con su personalidad y todo lo que ellos representan para el equipo. Así mismo hay que saber diferenciar a los líderes que se expresan dentro de la cancha, dónde su liderazgo se basa exclusivamente en lo futbolístico, de los que van mas allá de lo correspondiente a lo que sucede en el campo de  juego.

En Boca Juniors, tras la partida de Juan Román Riquelme (ídolo máximo del club), se perdió esa figura de líder que había estado en la institución durante mucho tiempo y que sólo se recuperó al año siguiente con el regreso de un viejo ídolo como Carlos Tevez. Que si bien al llegar asumió su rol de líder total del equipo, donde se encargó de manejar todo dentro y fuera de la cancha, luego ese mismo liderazgo lo sobrepasó y lo llevó a  irse por un año a China en busca de tranquilidad. Esto generó un distanciamiento con el hincha Xeneize e hizo que posteriormente su segunda vuelta al club sea muy distinta, a diferencia de su eufórico primer regreso, volvió buscando ocupar un rol menos protagónico y no como líder que se había ido. Sin embargo, este "nuevo" Tevez duró solo hasta la salida de Guillermo Barros Schelotto y la llegada de Gustavo Alfaro, en dónde si bien al principio recuperó su rol de líder, luego terminó perdiendo protagonismo y eso llevó a que muchos pensaran en el final de su carrera. Hasta que finalmente, con la vuelta de Riquelme como vicepresidente y de Miguel Ángel Russo como técnico, se logró ver al viejo Carlitos que todo el pueblo boquense esperaba y soñaba ver. Fueron cinco años de amor y desamor, desde aquella vez que decidió dejar Europa y regresar a jugar en Boca, hasta hoy que ha podido reinventarse y volver a ser el líder dentro de la cancha.

A mediados del 2015, tras jugar una final de Champions League, Carlitos decide volver al club de sus amores después de poco mas de diez años y lo recibe una Bombonera repleta, sólo para su presentación y en un día de semana. No fue un día mas para el hincha de Boca, que quedó conmocionado con el regreso del ídolo y muy ilusionado por lo que esto generaba en un contexto que el equipo lo necesitaba, tras haber quedado eliminado en dos oportunidades con River y sobretodo por no tener ningún líder dentro de la cancha para que se le plante a un rival que se lo llevó por delante cometiendo faltas que merecían expulsión. Un conjunto Xeneize que era dirigido por Rodolfo Arruabarrena y que tenía como referentes a: Fernando Gago, Daniel Díaz y Agustín Orion. Un equipo sin un líder que absorba la presión y que tras la llegada de Tevez logró "liberarse" después de obtener un campeonato local y una Copa Argentina, con el agregado especial de ganarle nuevamente a River en el Monumental. En un partido recordado por la famosa frase del ídolo: "Volvió todo a la normalidad", en la que Carlitos asumió su rol de líder total del equipo, algo que posteriormente lo terminó confundiendo e hizo que se involucre en decisiones ajenas a lo futbolístico. Una de estas fue la de meterse en la política del club, jugando para la reelección del oficialismo (Angelici) y otra fue la de querer medir su idolatría con la de Riquelme. Algo que claramente le jugó muy en contra, como también el hecho de implicarse en todo lo que pasaba en el mundo Boca, absorbiendo la política del club y desviándose de su gran objetivo que era poder volver a ganar la Copa Libertadores.

El año 2016 fue un año de menor a mayor para Tevez y para el Xeneize, ya que comenzó con la derrota en la final de la Supercopa Argentina con San Lorenzo y la ida del "Vasco" Arruabarrena por malos resultados. Lo que le terminó abriendo las puertas como técnico a otro gran ídolo como Guillermo Barros Schelotto, quién regresaba al club con el objetivo de ganar la la séptima Libertadores y para eso iba a respaldarse en el liderazgo de Tevez de alguien que ya la había ganado con él como jugador. Junto a un Carlitos como su líder en la cancha, con un gran rendimiento como el nueve del equipo, llevaron a Boca a las semifinales y con la gran chance de llegar a una nueva final de Copa. Se enfrentaban a Independiente del Valle de Ecuador, un duro rival que venía de eliminar a River en octavos, pero sin historia en la Libertadores. Tras perder en Ecuador por 2 a 1, Tevez tuvo la chance de volver a poner al Xeneize en una final como en el 2004, pero en el partido que mas se esperaba de él no apareció y ni siquiera pidió patear un penal cuando todavía habían chances de revertir el resultado. Un acto que el mismísimo Maradona, su máximo defensor, le reprochó y que a Carlitos lo dejó tan marcado que él mismo dudo de su continuidad en el club.

Después de muchas especulaciones, entre si se iba o se quedaba, Tevez decide continuar y comenzar así otra etapa de la mano del Mellizo. Carlitos volvió a ser un jugador clave en el funcionamiento del equipo, jugando de enganche y con Gago detrás como único cinco, se vieron los mejores momentos de la era Guillermo y del propio Tevez desde su regreso. Un conjunto Xeneize que encaminó una gran racha en la recta final y llegó de la mejor manera al último desafío importante del año: el enfrentamiento con River en el Monumental. En el que se vio sin dudas el mejor partido del Apache en un clásico y uno de los mejores con la azul y oro, convirtiendo dos goles; con un golazo al angulo que quedaría en la historia de los goles mas lindos de los superclásicos y luego haciendo la recordada seña del "Cuchillo entre los dientes" a sus compañeros para que no perdieran la concentración cuando ya se terminaba el partido. Ese día Carlitos demostró que, incluso en un año sin títulos, en los partidos mas importantes era dónde plasmaba su personalidad y rol de líder futbolístico para ponerse el equipo al hombro. Sin embargo para Tevez el dolor por la semifinal perdida con Independiente del Valle fue una herida muy difícil de cicatrizar, que lo llevó a irse nuevamente de Boca para jugar en el fútbol chino y regresar recién en 2018 ya que no estaba clasificado para la Copa Libertadores del 2017.

Llegaba el año 2018 y con éste también, el segundo regreso de Tevez a Boca y esta vez de una forma muy distinta a la anterior. Un Carlitos que volvió con un sólo objetivo, el mismo que lo había hecho volver anteriormente, ganar la Copa Libertadores. Aunque esta vez con un perfil muy bajo y con la intención de aportar su jerarquía, desde otro lugar, a un equipo que venía de ser campeón y estaba a punto de ser Bicampeón. Un Tevez desconocido y sin el liderazgo que siempre se le conoció, generó que Riquelme salga a pedir por él: "Nuestro líder es Carlitos", fueron las palabras del último diez a pesar de que anteriormente Carlitos había salido a pegarle desde China. Una demostración de grandeza de Román en evitar una confrontación y que la volvió a repetir posteriormente, cuando en otro momento crítico para Boca en la Copa, el máximo ídolo del club volvió a salir a bancar a Carlitos y dijo: "Sigue siendo el mejor, el de mas categoría. Tengo la ilusión que nos lleve a la final de la Copa. Creo que lo puede conseguir, pero depende mucho de los compañeros.". Ante todo esto el Apache agradeció las palabras de Román y las tomó de forma positiva para volver a hacerse cargo de su rol de líder en el equipo, ahora desde un lugar diferente, entrando desde el banco y aportando lo mejor en los minutos que le tocaba. Aunque no fue suficiente, Tevez terminó su año en el banco y viendo a su equipo perder la final de la Copa Libertadores con el clásico rival. Así se fue un año atípico para él, a quien siempre le tocó defenderse dentro de una cancha y por primera vez le tocaba verlo desde afuera, algo que sólo por su deuda con el hincha logró aceptar y callar.


Luego llegó Gustavo Alfaro y con él volvió la confianza para Tevez, que volvió a usar la cinta de capitán y nuevamente la camiseta número diez. Carlitos volvió a sentirse importante, después que Alfaro declarara que era su bandera y afirmara que: "Tevez debe ser el emblema de este Boca.", en un gran respaldo para un ídolo que se lo miraba de reojo en todo el Mundo Boca. Si bien en principio todo pareció color de rosas para el capitán y diez Xeneize, esto no duró mucho, ya que ese respaldo del entrenador no fue total y Carlitos perdió la titularidad en la segunda mitad del año. Quedarse afuera del equipo titular en el clásico frente a River fue el quiebre definitivo del Apache con el entrenador, si bien luego volvió a ser titular en la vuelta de la semifinal de la Copa y terminó jugando el resto de la Superliga, ya no se sintió importante y dejó de ser el líder del Boca de Alfaro. Así lo expresó el propio Tevez, luego de ser consultado por su supuesto malestar con el entrenador y una vez confirmada la salida de éste: "Alfaro dijo que yo era su emblema, su bandera y en dos partidos me puso en el banco. Pero la única cara larga que le puse fue cuando me enteré en el vestuario que no jugaba contra River, ahí sentí que me faltó el respeto", disparó el Apache. Una vez más, el último ídolo Xeneize se encontró con la dificultad de jugar cada vez menos, lo que hizo suponer que su ciclo en el club estaba terminado, pero con el cambio de dirigencia y el regreso de Riquelme todo iba a ser diferente. 


Con el regreso de Juan Román Riquelme como vicepresidente y de Miguel Ángel Russo como técnico se volvió a ver a un Carlitos líder dentro de una cancha. La vuelta de Román fue la última esperanza para Tevez de volver a sentirse nuevamente un jugador de fútbol, la gran oportunidad de tener a alguien que conociera como nadie lo que significa tener la responsabilidad de ser el líder de un club como Boca y para eso era necesario volver a sentirse valioso. También así lo dejaba claro Riquelme al momento de ser consultado por su sucesor de la número diez azul y oro: "Deseo que Carlitos recupere la alegría de jugar a la pelota, no al fútbol. Que recupere la alegría de chiquito y creo que si recuerda eso tiene mucho para darnos", remarcando como hace dos años su confianza en que Tevez vuelva a ser aquel Carlitos que disfrutaba de jugar y liderar a sus compañeros en una cancha. A todo este apoyo incondicional por parte del ídolo máximo de la institución se le sumo el de su nuevo entrenador Miguel Russo, que a diferencia de su antecesor Gustavo Alfaro, no se expresó de forma contundente en cuanto al lugar que iba a tener el viejo ídolo del club, pero si fue determinante a la hora de ponerlo siempre de titular. Esto último fue fundamental en el gran rendimiento de Tevez durante el año, siendo el goleador y la figura del equipo. Demostró una vez mas que en su esencia siempre tuvo el liderazgo y por mas que a veces intentó escapar de la obligación, su historia ya estaba marcada. Sólo faltaba que, como dijo alguna vez un sabio del fútbol, el tiempo se encargara de poner las cosas en su lugar y vuelva a ser el líder de Boca.

Gonzalo Arrese (@gon_ruso)