Todos los 25 de mayo son especiales para el pueblo argentino, fecha en la cual se conmemora la Revolución de Mayo de 1810 y se festeja el denominado Día de la Patria. Después de 130 años de aquél histórico acontecimiento, ya en el siglo XX, en el mismo día se inauguraría La Bombonera y pasaría a ser también otro motivo de festejo en la fecha, pero para el pueblo xeneize. Un estadio muy famoso por su acústica y por la sensación de cercanía con el público, su diseño en forma de "D" explica esa particularidad, la cual destacan grandes del fútbol como Pelé, Maradona y Messi, quién jugó por primera vez el año pasado frente a Perú por la eliminatorias y exclamó "Jugar en la Bombonera fue una experiencia hermosa". Mientras estrellas mundiales se rinden ante este escenario y jugadores de todas partes del mundo manifiestan sus deseos de conocerlo, hay otros que buscan jubilarlo y dejarlo para partidos de tenis y recitales, como es el caso de la actual dirigencia. La cuál, encabezada por Daniel Angelici, con el argumento de expandir su capacidad, dice estar gestionando la compra de las manzanas linderas; aunque esto parece ser una puesta en escena para el hincha y la verdadera intención es la de realizar un nuevo estadio, a partir del reciente acuerdo con la empresa Qatar Arways como nuevo sponsor. Por otro lado, desde la oposición han buscado distintas alternativas y planteado diferentes proyectos para la ampliación de La Bombonera, con la intención de defender la permanencia de un club social y popular, que ve en su estadio un símbolo de identidad y de mística formada con los grandes logros continentales a lo largo de sus 78 años de historia.
El Estadio Alberto J. Armando, popularmente conocido como La Bombonera, se ubica en el barrio de La Boca (en la ciudad de Buenos Aires, Capital Federal) y pertenece al Club Atlético Boca Juniors. Se inauguró un 25 de mayo de 1940, bajo la dirigencia de Camilo Cichero, que fue el nombre que llevó en homenaje al presidente que comenzó las obras. El 27 de diciembre del 2000, ya bajo la presidencia de Mauricio Macri, se cambió el nombre por el actual: Alberto José Armando, en honor a quien fuera presidente del club en las décadas de 1950, 1960 y 1970. Se estima que hoy tiene una capacidad para 50.000 personas, la cual fue disminuyendo a lo largo de los años, debido a que la FIFA en el año 1995 determinó que a partir del año 2000 todos los espectadores de fútbol de primera división debían estar sentados. Por este motivo el club decidió sacar el sector popular de la tercer bandeja norte y llevarlo a platea, generando de esta manera que la capacidad de lugares para los 193.000 socios (entre activos, vitalicios y adherentes) sea escasa, aún con la prohibición del publico visitante que antiguamente se le daba la tercer bandeja sur y la segunda inclusive en los clásicos. A raíz de esto es que desde hace un tiempo los dirigentes quieren construir un estadio nuevo a sólo 200 metros de distancia, a un costo estimado de 400 millones de dólares y para aproximadamente 75.000 espectadores, aunque con un reducido sector de populares, pese a ser éste su principal identidad.
Uno de los proyectos mas interesantes que se propuso hasta el momento fue el del arquitecto esloveno Tomaz Camernik, quién planteó la ampliación del actual estadio sin la necesidad de comprar las dos manzanas. El proyecto implicaría continuar las tres bandejas en el sector en donde hoy se encuentran los palcos. A través de un innovador diseño, las tribunas se situarían por sobre las veredas, lo cuál se convertiría en paseo peatonal y de esta manera no habría que demoler las casas situadas en las manzanas linderas a la Bombonera. El estadio pasaría a tener de 50.000 a 70.000 localidades y se creé que el costo de este proyecto rondaría los 50 millones de dólares, un gasto muchísimo menor al de la construcción de un nuevo estadio y con la ventaja de que la obra demandaría un tiempo no mayor a un año.
El gran dilema del mundo Boca está en qué camino tomar, a un poco mas de un año de las próximas elecciones, deberá elegir entre convertirse definitivamente en una entidad elitista, destinada para una minoría de hinchas privilegiados (con palcos vip, paquetes turísticos o extranjeros) como apunta el oficialismo o en cambio buscar que Boca siga siendo pueblo y carnaval, como lo fue a lo largo de su historia, manteniendo la identidad y la mística que tienen como principal símbolo de La Boca a la misma Bombonera. En lo futbolístico, uno de los autorizados para hablar sobre el tema es Juan Román Riquelme, el jugador con mas presencias en la Bombonera (206 partidos), quién manifestó "Que la Bombonera quede donde está, que la agranden pero que no se mueva de ahí" y recientemente dijo que en el caso de hacerse un estadio nuevo, el que lo haga, debe saber que se tiene que mover como la Bombonera, ya que sino se perdería una gran ventaja, en referencia a como se mueve la cancha cuando la hinchada de Boca alienta. Otro enamorado de la mística de la Bombonera es Diego Armando Maradona, quién además de jugar y salir campeón en 1981, en su partido homenaje la inmortalizó como "El templo del fútbol" lo que terminó de generar que sea uno de los estadios mas aclamado por los futbolistas de todas partes del mundo. Sin desmerecer la mítica frase del Diego, la Bombonera no sólo es el templo del fútbol, sino que además es el templo de La Boca.
Uno de los proyectos mas interesantes que se propuso hasta el momento fue el del arquitecto esloveno Tomaz Camernik, quién planteó la ampliación del actual estadio sin la necesidad de comprar las dos manzanas. El proyecto implicaría continuar las tres bandejas en el sector en donde hoy se encuentran los palcos. A través de un innovador diseño, las tribunas se situarían por sobre las veredas, lo cuál se convertiría en paseo peatonal y de esta manera no habría que demoler las casas situadas en las manzanas linderas a la Bombonera. El estadio pasaría a tener de 50.000 a 70.000 localidades y se creé que el costo de este proyecto rondaría los 50 millones de dólares, un gasto muchísimo menor al de la construcción de un nuevo estadio y con la ventaja de que la obra demandaría un tiempo no mayor a un año.